jueves, 23 de abril de 2009

ENTRE EL BIEN Y EL MAL (APPALOOSA)

Contar historias no es un asunto para cualquiera. Mucho más si se trata de construir un relato en un género que marcó la producción hollywoodense desde sus principios. Lo milagroso es que si juntamos personas con talento y experiencia todo es posible. Luego de ver “Entre el Bien y el Mal” (Appaloosa), esta idea se hace más firme.
Dos veteranos pistoleros interpretados por Ed Harris y Viggo Mortensen llegan a un pueblo en que la ley es impuesta por el terrateniente local magistralmente interpretado por Jeremy Irons. En el proceso de instaurar la ley, los dos pistoleros conocen una mujer cuya única meta en la vida es sobrevivir, papel actuado por una intrascendente Renee Zelweegger.
Ed Harris, que también dirige este extraño combo, le imprime a la historia todos los tópicos que han caracterizado al genero del western desde “La Diligencia” (Stagecoach) de John Ford. Los pistoleros que imponen el bien a fuerza de disparos, el malvado de carácter complejo y la chica bonita que, en este caso, se sale de los cánones tradicionales y pasa a ser un elemento desencadenante de la escena final de redención.
La fotografía enmarca magistralmente esta película cuyo guión simple y contundente evita las complejidades logrando algo que muchos realizadores intentan y no pueden: plasmar en la pantalla una historia sencilla.
A poco de conmemorarse el 30º aniversario de la muerte de una estrella de los westerns como John Wayne, esta película y la magnifica remake de “El Tren de las 3.10 a Yuma” muestran que este genero tiene mucho que aportar al cine, avanzando sin olvidar sus raíces.

Hasta la próxima

MP

sábado, 28 de marzo de 2009

El viejo cine de Colón (Montevideo - Uruguay)

Rincón de la Memoria
EL CINE DEL BARRIO

El Cine “Lezica”, ubicado en Av. Lezica a pocos metros de la Av. Garzón, fue el único que que tuvo Colón y sus zonas adyacentes. El mismo vivió su mayor auge fue en la década del 50, una época en que no se si la zona llegaba a tener 4000 pobladores en aquel Montevideo de 840.000 habitantes.

Mi padre prefería los diarios y la radio, nunca quiso saber nada ni con el “Biógrafo” ni con el “Fóbal”. Por eso, los martes acompañaba a mi madre a ver películas como “Doble o Nada” ; la “Cruzada Gaucha” y ciclos como “La Semana de Gardel” en junio.

Unos de los hitos de mi niñez fue en el comienzo de este ciclo en el Cine “Lezica”. Al finalizar la función, el público estalló en una salva de aplausos y vítores solo comparables con los del estreno de una obra teatral. Yo no tendía edad para asimilar el repertorio gardeliano, pero si para entender que son los ídolos con pies de pueblo los que vencen la muerte y el olvido.

Muchos estrenos de salas céntricas se exhibían a la semana en el “Lezica” pero debías tener más de doce o quince años para poder verlos. Los gurises teníamos las Matinés para ver “Tarzan”, una de guerra en la que seis soldados norteamericanos mataban dos mil alemanes o nipones, una policial y al igual una película taquillera como para compensar.

Mi último filme en el cine del barrio fue “Lo que el Viento se Llevo” que termina con una frase esperanzadora “Mañana, mañana sera otro día”. El viento del progreso o del fracaso se llevó el Cine “Lezica”, pero los sueños y vivencias de varias generaciones perviven en la pantalla de la memoria, en las calles, en los bares y quizás en la lejana butaca de alguna estrella.



Diego Gallo Suárez