martes, 7 de abril de 2015

Ella y nosotros

La elección del tema me llevó más tiempo del que había supuesto, pero como escribió Rider Haggard en Las Minas del Rey Salomón: “Cuando uno ha estado dándole vueltas mucho tiempo a una idea, el último instante resulta decisivo. Antes de avanzar, sabía ya lo que pensaba hacer.“ Entonces recordé que hace unos días me detuve a observar algunos animales en un parque. En el pasto estaba echada una perra de respetable tamaño, con aspecto perezoso y satisfecho. No pude evitar pensar en las causas de la gran corpulencia, el extraño esbozo de sonrisa que tenía en su hocico y la traza pícara que delataban, sin margen de duda, a un ser feliz. En una de esas extrañas digresiones del pensamiento, realicé un paralelismo de los distintos significados que pueden tener la palabra felicidad, para las personas y los animales. Para esta perra, sin muchas dudas, su felicidad era disfrutar de una tarde de sol, jugar con algún niño y mirar, entre suplicante y cómplice, a los que se pasean por el parque con una bolsa de posible alimento. Entonces me pregunté ¿qué cosa, persona, situación o contexto contribuye a mi felicidad? Es curioso como esta reflexión me acompaña logrando disfrute de las pequeñas cosas que, en esencia, hacen nuestra vida. Todos los días sigo la sigo viendo, echada en el pasto cuando hay buen clima o resguardada bajo un balcón en días más inhóspitos. Cada mediodía hace de escolta a los que van a realizar pequeñas compras en un comercio cercano, con la esperanza de recibir algo de comida, la cual siempre tiene, o una gran caricia. Este ser de rabo ondulante y mirada cómplice acompaña cada movimiento que hago por su territorio, compartiendo todos los días un poco de su felicidad de estar viva. Hasta la próxima MP